Soy una promesa.
Ayudo a los hombres a que vean visiones, sueñen sueños y logren una inmortalidad económica.
Soy una educación para los niños.
Soy ahorros.
Soy también propiedad que crece en valor de año en año.
Presto dinero cuando más se necesita; sin preguntas.
Liquido hipotecas para que la familia pueda permanecer junta en su propio hogar.
Les aseguro a los padres el valor para vivir y el derecho moral para morir.
Creo, manejo y distribuyo propiedad.
Soy un gran emancipador de la necesidad.
Garantizo la continuidad de los negocios… Protejo los empleos de los trabajadores…Conservo las inversiones de los empleados.
Soy una evidencia tangible de que un hombre es un buen esposo y padre.
Soy una declaración de independencia financiera, un código de libertad económica.
Soy la diferencia entre un “hombre viejo” y un “caballero mayor”
Proveo dinero constante cuando hay enfermedad, daño, vejez, heridas mortales en los ingresos del hombre que provee pan.
Soy la única cosa que papá puede comprar en un plan de abonos y que mamá no tiene que terminar de pagar.
Soy un certificado de carácter, una evidencia de buena ciudadanía, un título sobre el derecho de autogobierno que no se puede demandar.
Estoy protegido por leyes que impiden a los acreedores atesorar el dinero que doy a sus seres queridos.
Traigo dignidad, paz mental, seguridad para los últimos años de vida.
Proveo el capital para invertir que hace que el humo suba por las chimeneas, que las ruedas giren y que los motores trabajen.
Garantizo que “siempre habrá navidad—con oropel, alegre fuego, risas de chicos—aún cuando papá no esté”
Soy el ángel guardián de su hogar.
SOY SU PÓLIZA DE SEGUROS.